Azul espiritual

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sábado, 2 de octubre de 2010

¿Buena suerte o mala suerte?

Esta historia que hoy transcribo , es una de mis favoritas Con ella aprendí a tomarme el tiempo antes de juzgar los acontecimientos . Aprendí también que , en definitiva,lo bueno y lo malo siempre dependerá de mi mirada y que eso hará la diferencia entre ser víctima o dueña de mi camino.
Aqui va la historia Ojalá les guste tanto como a mi.

                                                                           Monica


 
 

"A pesar de ser un campesino muy pobre, tenía un caballo extraordinario, tan fino que el señor
del castillo quería comprárselo, pero el viejo labriego se rehusaba a vendérselo.

-Para mí, este caballo no es solamente un animal, es un amigo. ¿Cómo puedo vender yo a un amigo?

Una mañana el labrador entró al establo y no encontró a su caballo. Al enterarse, los
vecinos le dijeron:

- Te lo advertimos. Debiste haber vendido el caballo, te negaste y ahora te lo robaron.
¡Qué mala suerte tienes!
El viejo hombre les respondía:

- ¿Buena suerte o mala suerte? Quién lo sabe? ¡Sólo Dios lo sabe!

Todos se burlaban de él.

Dos semanas después, el caballo regresó seguido de una manada de potros salvajes.

Su corcel había escapado detrás de una hermosa yegua y retornaba ahora con la manada entera siguiéndolos.

- ¡Qué suerte! -exclamaron los vecinos.
- ¿Buena suerte o mala suerte? Quién lo sabe? ¡Sólo Dios lo sabe! Respondió el campesino.

El viejo hombre inició entonces con su hijo la tarea de domar los caballos.
Una semana más tarde, el muchacho se rompió una pierna entrenando a los potros.

- ¡Qué mala suerte! ¿Quién lo va a relevar, si no tiene cómo contratar a un reemplazo? -comentaron los vecinos.

El anciano les contestó:

- ¿Buena suerte o mala suerte? Quién lo sabe? ¡Sólo Dios lo sabe!

Pasaron unas semanas, cuando de repente el ejército real llegó al pueblo y enlistó a los jóvenes en sus filas.
Todos fueron enrolados excepto el hijo del viejo, quien no les interesó, porque tenía una pierna fracturada.
- ¡Qué suerte tienes! -le dijeron los vecinos llorando-. A nuestros hijos se los llevaron a la guerra y probablemente morirán, mientras tu hijo permanecerá contigo.

Conmovido, el viejo hombre replicó:

¿Buena suerte o mala suerte? Quién lo sabe? ¡Sólo Dios lo sabe! "


Poca-mente

Desalmadas las pupilas grises
gritaban centellas, amanecian
las palabras sin boca,
quebradas de risas y astutas.
Dinero, dinero fresco busco,
buscan sexo, buscamos vivir
deprisa, poca-ropa llevó, minúsculo
equipaje, poca-mente, poco-cuerpo.
Astros celestes caídos gimen
descalzos en la fría roca
del alba amanecida, chispas,
plata de luna humeada,
cerillas, caladas, caladas....
Pozos sin luz y sin fondo,
finjo mudez y ceguera,
la muerte lacera adentro
cabalga, cabalga...  heridas, penas.


 © Ainhoa Núñez Reyes

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